Es complicado trabajar para uno mismo, definirse, elegir una gráfica que te identifique y ser 100% responsable de todos los éxitos y fracasos. Es tan duro como gratificante. 

Hace poco, en un ataque de felicidad, exploté hablando por  WhatsApp con una amiga y le dije que para mi la vida del emprendedor es una hija de mil putísima montaña rusa de emociones muy alta y veloz.

 

En mis arranques de buen humor, cuando recibo una noticia como por ejemplo: “la semana que viene se publica tu nota”, generalmente empiezo a saltar o a correr alrededor de lo primero que encuentro cerca (mesa, columna, persona) dando vueltas sin parar hasta agotar el aire de mis pulmones (y fumé durante 10 años como una condenada, por si quieren ir calculando lo que puedo durar en ese estado).
En mis ataques de mal humor, como cuando quiero sacar plata del cajero y me doy cuenta que no tengo un peso porque se me debitó alguno de todos los gastos que me olvido de anotar, mi cara se transforma en un culo automáticamente, busco algún espacio donde llorar sin que nadie me vea, y si alguien de mi confianza anda por ahí cerca me descargo, encontrando todos los “pero” existentes para cualquier solución que me quieran dar.
Lo más interesante: estos dos estados pueden coexistir en un mismo día y en una misma persona. Es un placer poder presentarme de la manera más real: esa soy yo.

En cuanto a mis dibujos, siempre me llamó la atención lo repletos que quedan, llenos por todos lados, no hay un solo espacio vacío, no podría dejar ni un centímetro en blanco, algo estaría faltando. Tampoco es que me haya inquietado mucho el tema, creo que esas cosas se contestan solas cuando la respuesta te puede servir de algo. Buena prueba de que la ansiedad todavía no me invadió por completo.

Como suele suceder, encontré esa respuesta buscando otra cosa. Mi inquietud era darle sentido a este blog, algo que fuera más allá de las tres razones que ya tenía claras: 

  • me lo sugirió Martín Cabrera,  en cuyo criterio confío plenamente porque, si bien desde el principio sospeché que la tenía clarísima en lo que hacía, al momento de demostrarlo superó ampliamente mis expectativas: una mente brillante.
  • También me lo recomendó Rina Di Maggio, otra persona que me ayudó muchísimo a encontrar mi camino. Alguien la definió como psicóloga de emprendimientos y yo adhiero, porque llegué a su oficina pensando que tenía un problema y me fui con la noticia de que tenía miles. Pos tratamiento, algunos problemas quedaron resueltos y otros por resolver, pero ahora con las ideas claras y sabiendo hacia donde apuntar. Tal como debería suceder en toda buena terapia.
  • Una necesidad personal de darle más lugar a mi proceso creativo, ya que en el afán de capacitarme y trabajar para que Guanabana funcione, me convertí en fotógrafa, vendedora, community manager, contadora, cadete, administrativa, flete y más títulos que le robaron espacio al que más me gusta: creativa.

Como si estas tres razones no fueran suficientes, me estaba faltando algo para animarme a hacerlo. Las clásicas dudas que aparecen al encarar algo nuevo,  es terrible frenar por culpa de esas malditas dudas. Lo ideal es ignorarlas, y así fue. Empecé a escribir un texto que dijese quién soy y qué quiero hacer. En pleno tipeo me encontré explicando que mi cabeza vive llena de cosas. Soy tan inquieta y curiosa que no me dejo muchos espacios para estar tranquila o sin saber qué hacer.

Uso bastantes comparaciones para explicarme. Acá va la primera: ¿viste cuando viajas en bondi/tren en hora pico y va reventado de gente, no entra un alfiler y no entendés la necesidad de estar respirando el olor del pelo de un desconocido? Algo así. Generalmente mi cabeza parece un bondi en hora pico. De golpe empieza a tener más sentido que mis dibujos también se rebalsen. ¡Y que este blog exista! A modo de desagote.
Como cuando me tomo un rato para ver a mis amigas y relajarme. Suelo decir que me hago polvo porque entro en un estado en el que no puedo pensar ni cuanto es 2+2 y empiezo a inventar estupideces cada vez que me preguntan algo, en vez de usar la cabeza. Ellas se divierten, yo dejo que mi mente repose. Todos contentos.

¿Notaron lo importantísimo que es rodearse de la gente adecuada? No quiero irme por las ramas, pero imposible no mencionar a quienes me dan el apoyo y la confianza que necesito para tirarme de cabeza con cada idea.

El último año estuve trabajando sin parar para poder crecer con mi proyecto. La cantidad de información que entró en mi cerebro dejó al bondi con las ruedas bajas. Y creo que los papeles llenos de garabatos ya no alcanzan para desagotar.
En este último año también descubrí que compartir ideas y conocimientos es algo IN-CRE-I-BLE. Me encontré a mí misma ayudando a destrabar a quien tenía ganas de hacer algo y no sabía cómo, o no se animaba. ¿Puede haber algo más gratificante que eso? Ahora resulta que lo que hago no solo me hace feliz a mí, sino que también se vuelve contagioso y a otras personas les da ganas de intentarlo. Más que suficiente para mí.

Si me preguntan: Si tuvieras toda la plata del mundo y podrías dedicarte a lo que más te guste, ¿qué elegirías? Adivinen…

 La felicidad y la tranquilidad que me da saber que estoy trabajando en lo que me gusta y estoy haciendo todo lo que está a mi alcance (y varias cosas que no estaban y me las traje al alcance a la fuerza) para poder llevar esto adelante, es muy difícil de explicar. Pero no hay nada más lindo.

 Resumiendo (quedó claro que no es lo mío), a través de este blog quiero permitirme experimentar lo que se me ocurra para compartir mi proceso creativo y, si logro inspirar a quien se anime a poner manos a la obra —> fuegos artificiales.

 Ese es mi estado favorito: cuando hago realidad una idea. Las posibilidades de crear son infinitas, solo es cuestión de HACER